Paco Igartua. 70 años de la revista «Oiga», la obra de un peruano muy vasco
Archivo Igartua
El 8 de noviembre de 1948 aparecía el primer número de la revista «Oiga!», fundada por el joven periodista vasco-peruano, Francisco «Paco» Igartua Rovira (1923–2004). Una revista que a pesar de haber desaparecido hace años es aún hoy en día es una referencia del mejor periodismo en aquel país; y que refleja la fuerza vital, el compromiso y al entrega de este vasco del Perú, en el que convivieron el amor a Perú, el amor a Euskadi y su pasión por el periodismo.
Cuando salió el primer número de la revista Igartua tenía 25 años de edad, llevaba 5 años ejerciendo esa profesión-vocación, e incluso ya había visitado la cárcel en 1944 por sus críticas al gobierno. La propia revista tuvo una vida efímera en su primera etapa, ya que nació para oponerse a la dictadura del general Manuel A. Odría. lo que hizo que su fundador acabara encarcelado y la publicación clausurada en pocas semana, al salir su cuarto número.
La vida de Paco Igartua y la de la revista Oiga, son un ejemplo del empuje y la capacidad que tiene un periodista «de raza» empeñado en hacer oir su voz. La vida de alguien comprometido con sus principios, incluso cuando se equivocaba.
Tras salir de la cárcel y con Oiga! cerrada por la dictadura odriísta, en 1950 se unió a Doris Gibson, para fundar la revista Caretas, de la que fue director periodístico durante 12 años. Esta publicación aun se puede encontrar en los quioscos de aquel país sudamericano.
Al de dos años de la fundación de Caretas, la dictadura del general Manuel A. Odría, le exilia en en Panamá, pero el periodista vuelve en secreto a Lima y se asila en… ¡la redacción de el diario El Comercio!. Es decir, plantea, y consigue, que la redacción de un diario se convierta en un lugar de asilo lo consigue, y al final logra que su expulsión sea anulada. Lo que da muestra el temple y carácter de este hombre.
En 1962 decide recuperar el proyecto «Oiga», que inicia una serie de etapas en la que siempre mantuvo una posición critica y fiscalizadora de los gobiernos, democráticos o no. Una actitud que incluso le ocasionó un nuevo exilio, esta vez en México.
Ser un buscador de la verdad y estar comprometido con informar de forma honrada, tiene casi siempre duros costes. En el caso de Igartua, estos fueron la cárcel o los exilios, el ahogamiento económico, e incluso la perdida de la propiedad de la marca «Oiga». Sus últimos años fueron duros y sólo pudo contar con el apoyo de un pequeño grupo de amigos fieles mientras que la mayoría le abandonaban para no disgustar al poder político que dirigía en aquel momento el país y al que tanto había combatido Igartua.
Años después, una vez fallecido Paco Igartua, la Familia Bazán, que le apoyo en esos años difíciles, recuperó el control de la marca «Oiga» con el objetivo de usarla para reivindicar el nombre y la labor de su fundador.
Consecuencia de ello se presentó en 2013 en la Azoka Durango el libro Ezkioga escrito por el Padre Artola. Fue un libro publicado en Perú, realizado por la Editorial Periodística Oiga con el auspicio de la Universidad San Martín de Porres de Lima, de la Universidad del País Vasco, de la Hermandad de Nuestra Señora de Arantzazu de Lima y de la Euzko Etxea de Santiago de Chile. Fue un desagravio para con la principal creación de este periodista, que «volvía a la vida» cumpliendo con el objetivo de recordar la memoria de Paco Igartua y de unir a los vascos de Perú y Euskadi.
Tuvo una vida intensa que le llevó a conocer a muchos de los protagonistas principales de la historia del siglo XX en América y en Europa. Fue un hombre comprometido y fiel a sus ideas, que son dos de las mejores cosas que se se puede decir de alguien. Y, además de esto, le queda en su «haber» el ser un modelo del periodismo de su país y el haber creado una publicación que se ha convertido en un referente del periodismo comprometido y de calidad.
Su compromiso con los Vascos y lo Vasco
Paco Igartua, nacido en el Perú, fue muy consciente de sus raíces vascas y mantuvo una profunda e intensa conexión tanto con su patria de origen, como con la herencia que los vascos habían sembrado en el Perú. En concreto con la herencia histórica de la Hermandad de Nuestra Señora de Arantzazu de Lima, y la herencia, humana y solidaria, de los Padres Pasionistas vascos que desde principios del siglo XX se comprometieron con los indígenas de la selva amazónica peruana. Fue, además, fundador de Arantzazu Euzko Etxea de Lima, en su primera etapa.
Un reencuentro con su tierra de origen que le llevo a visitarla con asiduidad y a establecer relaciones con el País. Entre sus amistades para él fue especial la que mantuvo con Juan Celaya el euskaltzale, destacado empresario y mecenas de la cultura vasca que nació en Oñati, de donde provenía la familia de Igartua. Prácticamente coetáneos y a pesar de la distancia de sus orígenes, les unían muchos intereses y querencias.
Es difícil valorar en toda su amplitud lo profundo de su influencia en el desarrollo de las relaciones entre las instituciones vascas y las comunidades vascas diseminadas por el mundo. Pero puede servir las palabras que Josu Legarreta. otro buen amigo, le dirigió en 2010 a través de una carta motivada por la aparición del libro «Francisco Igartua, Oiga y una pasión Quijotesca» publicado ese año y que es una obra colectiva publicada con el objetivo de recordar a este periodista.
CARTA-INTIMA-A-PACO-IGARTUA-De-Josu-Legarreta-Lo mismo que puede servir el saber que, como recuerda Legarreta en esa carta, su presencia en los dos primeros Congresos Mundiales de las Colectividades Vascas, fue por invitación expresa del propio Lehendakari. En ellas realizó importantes aportaciones y fue el responsable de las actas de dichos congresos.
Hay una amplia entrevista realizada por Josemari Vélez de Mendizabal y que se publicó en la siempre muy recomendada por nosotros Euskonews, que nos ayuda a conocer un poco mejor la figura de este peruano que descubrió, como tantos vascos de la diáspora, su vasquidad, para sentirse a partir de ese momento íntimamente unido a su tierra de origen.
Fue además el responsable de redactar declaraciones de apoyo a los diferentes procesos de paz coincidieron con los diferentes Congresos Mundiales de la Colectividad Vasca. No pudo ver la Paz en Euskadi, tan anhelada por él, pero sin duda puso su gano de arena en su logro.
Su enorme capacidad para entender el «conflicto vasco» se recoge en un párrafo de esa entrevista realizada en 2002:
«Sin ETA, Euskal Herria sería capaz de hacer frente a los habituales ataques españoles, y los derechos de nuestro pueblo serían reconocidos en todo el mundo. Pero con ETA, las opinión del mundo se vuelve en nuestra contra. Creo que los miembros de ETA son víctimas de su propia violencia. Y eso es muy grave, ya que podríamos encontrarnos ante un círculo sin salida.»
Fue un hombre en el que resalta: su compromiso con su Patria de nacimiento; su compromiso con su Patria de origen; su compromiso con la difusión de la realidad y la historia de los vascos en Perú; su compromiso con el periodismo; y su compromiso con sus principios,
La figura de Paco Igartua Rovira, el periodista peruano-oñatiarra, es una figura grande en la historia de nuestra Nación y en la historia del Perú. No sabemos cómo serán las cosas en el país andino. Pero entre los vascos tenemos una cierta tendencia a no recordar a aquellos de «los nuestros» que han realizado grandes aportaciones a nuestra sociedad.
Nosotros intentamos recoger, en la medida de nuestras posibilidades, los perfiles de algunas de estas personalidades. Esto es lo que nos ha impulsado a aprovechar esta efeméride, el 70 aniversario de la publicación del primer número de Oiga, para recordar la figura de este personaje extraordinario.
Con la colaboración de: